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Aprendiendo a vivir: Aguas de Marzo

Un pequeño ejercicio público de meditación

Aguas de Marzo

La vida solo pasa una vez. Cada día es irrepetible y único. ¿Qué hacemos con el? Como lo consumimos. ¿Lo hacemos en medio del miedo, del temor, de la envidia, el rencor, el odio, la ira? Imaginemos que estamos pensando, rumiando lo que nos ha hecho alguien más, dejando el rencor corriendo en nuestras venas y al siguiente momento morimos. ¿Nos gustaría eso? No preferiríamos que nuestros últimos pensamientos fueran en el amor que tenemos a otros, que nuestra única desazón fuera el pensar en la alegría de vivir, de ese vivir que se retira. -Y aún eso debe ser superado.- La vida es demasiada breve como para no ser testigo de las maravillas que ofrece.
La clave esta en lo que se enfatiza. O nos hacemos desdichados o nos hacemos fuertes. Cuesta el mismo trabajo lo uno que lo otro.
“Recuerdo las velas prendidas sobre las mesas. La cena anual, esa que te encantaba. Ahora era en un enorme jardín, las velas formaban un campo luminoso en el prado y las estrellas otro en el cielo. Bromeábamos que estaba lleno de luminarias. Era tan hermoso. Tan hermoso como otras veces, pero esto aún más. Pero, lamentablemente después del fin. Nos sentamos a la misma mesa, pero nuestra mente estaba en otro lado. Y por estas horas tu corazón estaba en mí. Por estas horas, lo habías dicho. Al final de la velada, volvimos a bailar entre las mesas semi-vacías con las últimas notas de la orquesta, música brasileña. Despedida. Giramos, giramos una y otra vez, mientras el universo se desvanecía a nuestro alrededor y ahí bajo la tenue luz última te vi hermosa. Y el camino de soledad era el anuncio de la mía. Y lo se fue tan hermoso como otras veces, aquellas que contuvimos nuestra alegría al ver la desesperanza en el rostro de otros. Ahora lo se, su desaliento es su elección, la mía es otra.” Y si la vida es tan breve y el universo tiene tantas maravillas, que hasta los recuerdos deben ser solo el material indirecto de los sueños, el pálpito subterráneo de nuestras acciones, tenues bosquejos en los tiralíneas de nuestro destino. Y el momento presente, debe ser. Este único momento irrepetible. Maravilloso y misterioso. São as águas de março fechando o verão É a promessa de vida no teu coração
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